Geraldo Luís Lino*
El enjambre ambientalista-indigenista internacional ni siquiera esperó el resultado final de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas para desencadenar una virulenta campaña de movilización propagandística contra el plan ambiental del presidente electo, Jair Bolsonaro, ya conocida como Bolsocaplipsis por algunos.
Tales reacciones eran esperadas, principalmente la movilización internacional contra el nuevo gobierno ya que por primera vez, el Palacio presidencial de Planalto tendrá un titular con disposición de recuperar para el país la soberanía plena de la ocupación física y del uso de los recursos naturales del territorio nacional, hasta ahora alienada a los controladores externos del programa ambientalista-indigenista.
Las ONG, que califican a Bolsonaro de “fascista,” “extremista de derecha,” “amenaza para el mundo” y otros calificativos parecidos, han convocado a militantes de todo el mundo para apoyar manifiestos que convocan a unirse a la “Resistencia” al futuro gobierno, expresión que también están usando entidades y militantes de la izquierda brasileña inconforme con su derrota electoral.
La más activa hasta ahora ha sido la ONG estadounidense Amazon Watch, que la noche del mismo 28 de octubre convocó a una “respuesta retumbante” contra el presidente electo. La organización lució posteriormente un manifiesto titulado “participe en la solidaridad con la Resistencia de Brasil,” cuyo texto firma:
“La elección del extremista de derecha Jair Bolsonaro como siguiente presidente de Brasil desencadenó una crisis de los derechos indígenas, de la selva amazónica y de nuestro clima global (sic). El agravamiento de los ataques contra aldeas indígenas comenzó días después de las elecciones. La comunidad de derechos humanos y ambiental de Brasil no retrocederá ante esta emergencia, y nosotros tampoco podemos. Ellos necesitan de nuestro apoyo.
“Yo me comprometo a apoyar a las comunidades indígenas, ambientalista y de activistas de derechos humanos de Brasil, que luchan contra los planes del presidente electo, Jair Bolsonaro, de abrir la cuenca del Amazonas al progreso irrestricto, de reducir la protección de los territorios indígenas y de ignorar los compromisos internacionales con los derechos humanos”.
Además de apelar a las “fake news,” como la inexistente ola de ataques a aldeas indígenas (no registradas ni siquiera por el Consejo Indigenista Misionero, CIMI), el texto recurre al sensacionalismo barato de considerar a Bolsonaro una “amenaza” para el clima mundial (poder, que de ser cierto, lo convertiría en el ser humano más poderoso del planeta).
Amazon Watch, con sede en Oakland, California, es frenética en los ataques contra la construcción de plantas hidroeléctricas en la cuenca del Amazonas, en especial contra el proyecto de Belo Monte, y contra la explotación petrolera en las selvas de Ecuador y de Perú. Sin filial en Brasil, actúa en conjunto con varias ONG, Greenpeace, International Rivers y otras, así como con varias entidades indigenistas de los países amazónicos. Entre sus patrocinadores se encuentran fundaciones vinculadas a personalidades de Hollywood, como la James Cameron Fundation y el Leonardio di Caprio Fund.
Con el mismo tono de intimidación, el boletín de De Greenpeace afirma, perentoria:
Durante su campaña, Bolsonaro no presentó propuestas para el ambiente, pero sí amenazas. Ahora que fue electo presidente, exigimos sentido de la responsabilidad con el programa socioambiental. Necesitamos actuar ahora para evitar que la temperatura del planeta suba más allá de 1.5 grados. Bolsonaro puede ser uno de los últimos presidentes de Brasil que puede actuar a tiempo para evitar un daño irreversible al planeta.
Por ello, trabajaremos para proteger la selva, combatir los cambios climáticos y denunciar retrocesos, oponiéndonos a la pérdida de derechos y al debilitamiento de la democracia brasileña.
Avaaz entra al quite
La contribución más reciente a la campaña provino de Avaaz, una ONG virtual estadounidense especializada en poner a disposición campañas virtuales de noticias destacadas, siempre acompañadas de pedidos de donaciones. En su sitio, en el momento que escribimos, la primera entrada era un llamado al director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, para crear medios contra la divulgación de “fake news” en dicha plataforma, práctica a la cual atribuyó la elección de Bolsonaro. A continuación el texto:
“Zuckerberg: ¡Limpia WhatsApp!
“El director ejecutivo Zuckerberg guardó silencio mientras ricas compañías gastaban ilegalmente millones para inundar la plataforma de mensajes con “fake news” y discursos de odio –hasta no hacer que se confiase en un fascista periférico más que en cualquier otra persona. Zuckerberg podría haber interrumpido de inmediato y podría haber informado a los usuarios. No lo hizo. Ahora nos cabe a nosotros usar este momento para hacer que Facebook se avergüence y asuma la responsabilidad de las “fake news” y del discurso de odio que se difunden en sus plataformas –y acabar con eso antes que más hombres como el presidente de Brasil asuman el dominio de nuestras democracias y de nuestro futuro”.
La petición, que encabeza la página de inicio del sitio de Avaaz está ilustrada con un montaje de fotos de Zuckerberg y de Bolsonaro.
Avaaz fue fundada y está presidida por el canadiense Ricken Patel, fundador también de las ONG virtuales MoveOn.org, Res Publica y FaithInPublicLife.Org, que utilizan la misma estrategia de movilizar personas de todo el mundo para hacer donaciones por medio de campañas y peticiones sobre asuntos destacados. Patel luce un pedigrí de operativo del aparato de ONG patrocinadas por el “establishment” angloamericano. Es maestro de Política Pública de la Escuela de Administración Pública John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, tiene una licenciatura de la Universidad de Oxford e incursiones en el International Crisis Group, en la Fundación Rockefeller, en la Fundación Gates, en CARE International y en el International Center for Transitional Justice.
Mejores pruebas del calibre de la “Resistencia” que el futuro gobierno deberá enfrentar, imposible.
“Bolsocaplipsis”
Con una simulación de computadora, los investigadores proyectan un escenario extremo de deforestación y de desplome del bioma amazónico, supuestamente ensayado por la política ambiental del futuro gobierno.
El “alerta”, publicado el 17 de octubre en el sitio ambientalista Mongabay, fue hecho por cuatro investigadores: Aline Soterroni y Michael Obersteiner, del Instituto Internacional de Análisis Aplicado a Sistemas (IIASA), de Luxemburgo, Fernando Ramos, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), y Stephen Polaski, de la Universidad de Minnesota. Oigámoslos:
“Jair Bolsonaro, el candidato de la extrema derecha que está en camino de convertirse en el siguiente presidente de Brasil… prometió que, de ser electo, cerraría el ministerio ambiental de Brasil, relajaría la aplicación de la legislación y del licenciamiento ambiental, que abriría las reservas indígenas a la minería y que abandonaría el acuerdo climático de París. Además, se prohibirían en Brasil las organizaciones no gubernamentales como Greenpeace y el WWF.
“Los daños que disposiciones podrían causar son extremos. De acuerdo con un modelo de estudio económico que simula la competencia por la tierra para hacer frente a una creciente demanda global de “commodities” importantes como carne y soya, estimamos que, si la protección ambiental fuera retirada por el siguiente presidente de Brasil, la pérdida media anual de la selva primaria de la cuenca del Amazonas se elevará rápidamente a los 25 600 kilómetros cuadrados por año (sic), número similar al ritmo de deforestación medidas a inicios de la primera década de este siglo y un aumento de 268 por ciento respecto a 2017.
“La escala, en una década de deforestación, sería equivalente al área del Reino Unido o del Estado de Oregon, Estados Unidos. Por si fuese poco, el 18 por ciento de esa deforestación (43 300 kilómetros cuadrados) ocurrirían dentro de zonas protegidas, en especial de parques nacionales y de reservas indígenas.
“Las emisiones de carbono aumentarían junto con la deforestación. Con las medidas dispuestas por Bolsonaro, de 2021 a 20130, el cúmulo de las emisiones causadas por la caída de la selva amazónica alcanzaría las 13.12 gigatoneladas de bióxido de carbono equivalente (GtCO2e), un una media de 1.32 GtCO2e por año, lo que haría imposible para Brasil cumplir sus compromisos internacionales hechos en París. Esta liberación anual de carbono corresponde a 3 por ciento de las emisiones actuales del globo. Además, de acuerdo con la literatura más reciente, 13.12 GtCO2e podrían representar hasta el 20 por ciento del presupuesto de carbono “libre” que sirve de base para alcanzar la meta de 1.5 grados centígrados del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambios Climáticos). (…)
En resumen, para los autores, Bolsonaro podría representar un virtual apocalipsis ambiental. Con las cosas así, el Observatorio del Clima, uno de los líderes de la aplicación del programa climático en Brasil, creó el neologismo “Bolsocalipsis,” para calificar el escenario propuesto por los preocupados investigadores, como consta en la nota divulgada por la organización no gubernamental sobre el “estudio” el 23 de octubre.
En entrevista con el periodista Claudio Angelo, el director del Observatorio, el brasileño Ramos lamentó: “Básicamente volvemos al pasado… Es el mismo modelo de ocupación de la cuenca del Amazonas por los militares.” Para él, “Brasil va a convertirse en un paria ambiental.” En la evaluación de esta Alerta, el “Bolsocalipso” puede ocurrir, con la diferencia de que el perjudicado no sería el ambiente, sino el insidioso plan ambientalista-indigenista y la próspera “industria” que se estableció en torno de ella.
¿Qué hará Itamaraty?
Desde el inicio de la campaña internacional ambientalista indigenista contra Brasil, a finales de los años ochentas, el Ministerio de Relaciones Exteriores, (Itamaraty) se ha caracterizado por acomodarse a las disposiciones y campañas dictadas desde el exterior, mismas en las que rara vez ha intervenido para responder a la altura frente a los ruidosos actos desencadenados contra el país. Cuando lo hizo, en general, fue tan sólo por medio de notas burocráticas o declaraciones protocolares. En buena medida, ese “buen comportamiento” está vinculado a la histórica –y bastante cuestionable- pretensión del Ministerio a pelear un asiento permanente de Brasil en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Tal actitud tendrá que cambiarse en el futuro si el gobierno de Bolsonaro materializa su intención anunciada de poner freno al activismo ambientalista-indigenista, pues Itamaraty tendrá que ser la línea de frente contra la feroz embestida que ya se anuncia, antes, inclusive, de la toma de posesión del nuevo gobierno.
*MSIA Informa